A menudo los pacientes preguntan por su pronóstico clínico en medicina china, ya que al encontrarnos con un terreno tan desconocido como lo es hoy la Medicina China en España, existe una constante incógnita frente al tratamiento y resultados del mismo, desde -“¿cuándo empezaré a notar los efectos del tratamiento?”-, hasta -“¿se curará del todo esta enfermedad?”-. La respuesta siempre se acompaña de otra pregunta ¿cuánto es el grado de compromiso dispuesto a adoptar por parte del paciente?

Cuando comencé a realizar prácticas en medicina china, uno de mis profesores solía decir; -“Se cura quién quiere curarse”-, dicha afirmación parece incongruente, pues resulta raro pensar en que haya gente que desee un estado de enfermedad, sin embargo es cierto que el rol de paciente/enfermo puede a veces aportar a dicho sujeto un grado de atención adicional por parte de la familia, amigos etc.
Tenemos que comprometernos si queremos curarnos
En la sociedad actual, ese estado “lastimero” en el cual algunas personas se escudan es en ocasiones una estupenda llamada de atención a los más cercanos, e incluso un grito a la sociedad, una demanda de atención en una actualidad de prisas, impersonalidad y egocentrismo. Observamos frecuentemente en la clínica, como resuelta una situación personal en algunos pacientes, muchos de los síntomas desaparecen totalmente; una separación, un cambio de trabajo, la aceptación ecuánime de una problema determinado… También es relevante analizar como tras una evolución clínica más que favorable y notoria, algunas personas abandonan el tratamiento, pues dejan de ser “enfermos” y su entorno deja de preocuparse por ellos…. Por supuesto que no todas las personas que padezcan algún tipo de trastorno patológico hemos de encuadrarlas en dicho rol, hay otras que padecen enfermedades y quieren solucionarlas pero quizá no están dispuestos a pagar el precio que ello implica. Para la medicina china la enfermedad o el síntoma no es más que la última consecuencia de una cadena de desajustes; estrés, mala alimentación, malos hábitos de vida… y finalmente el cuerpo “grita” de alguna forma, por tanto no es extraño pensar que si queremos una CURACIÓN TOTAL de una determinada enfermedad, deberemos trazar un camino a la inversa, es decir, comenzar con la resolución de aquellos síntomas que nos invalidan y posteriormente poner en orden aquellas cosas que nos llevaron hasta ese punto. A priori dicha estrategia puede parecer sencilla y lógica, pero nuevamente hacemos una retrospectiva a la situación actual/social, en la cual lo único que importa es producir, crecer, evolucionar, acumular, etc, etc. y si hay algo que nos impide dicho crecimiento, colocamos un parche. A menudo pongo un ejemplo muy esclarecedor sobre esto; un día nos levantamos con dolor de cabeza y sin plantearnos el motivo del mismo, nos tomamos un paracetamol y a producir! si continúa ocurriendo dicho trastorno a pesar del parecetamol, le preguntamos al vecino, quien tuvo cefaleas durante algún tiempo y con unas pastillas se solucionaron, después de la toma de dichas pastillas el dolor continúa y tras llegar a ser muy tedioso e incompatible con el ritmo de vida frenético, acudimos al médico 3 meses después de la primera crisis, el doctor en unos 5 minutos debe de entender nuestro problema, pues no olvidemos que vivimos en una sociedad de superproducción y prisas, y la sanidad no puede ser distinta, hay que atender a mucha gente con el menor personal posible. El doctor, nos receta un tratamiento y volvemos a casa pensando en la precaria atención prestada por el médico, la reflexión es ¿cuánta atención nos hemos dado desde que apareció el dolor de cabeza?.
Con este ejemplo no queremos lanzar una crítica ni al sistema médico ni al ritmo con el que vivimos, pero si hacer reflexionar en que dicho entorno social es patológico, contaminante, y por tanto si realmente queremos cambiar nuestro estado de salud, hemos de modificar algunas de estas conductas, pues sino el cuerpo continuará “gritando” de una forma u otra, por muchos parches que coloquemos finalmente el problema se manifestará. Por tanto respondiendo a las preguntas iniciales; -“¿cuándo empezaré a notar los efectos del tratamiento?”-, desde la primera o segunda sesión, con total seguridad. Pero en cuanto a la segunda pregunta -“¿se curará del todo esta enfermedad?”, la respuesta es que si estamos dispuestos a cambiar algunas cosas en nuestros hábitos de vida dichos efectos de mejora serán favorables en el tiempo y por tanto la mejora está garantizada.
Es llamativo observar como algunas de estas, a las cuales se les ofrece una solución que implica cambios en alimentación y leves variaciones en el estilo de vida, rechazan dichas propuestas con argumentos de poco peso -“para un dulce que me como todas las tardes, no voy a dejarlo”-, -“mis copas el fin de semana son intocables”- o, -“es que no tengo tiempo para dedicarme a mi ni 20 minutos al día”-.